Salud mental: la necesidad de volver a la presencialidad

Salud mental: la necesidad de volver a la presencialidad

Casi un año después de que la pandemia forzó a gran parte de los niños y jóvenes a recibir su educación en línea, el Gobierno presentó hace poco el modelo de presencialidad con alternancia educativa para el regreso a clases. Pero, ¿por qué se siente la necesidad de volver a estudiar presencialmente?

 

Cabe aclarar que la necesidad se manifiesta en un deseo de recuperar la antes llamada “vida normal”. Resulta ser una respuesta natural ante las circunstancias adversas, a las que aún, como sociedad, no nos hemos habituado.

 

El primer informe del estudio en “Salud mental y resiliencia en adultos jóvenes de Sudamérica durante el distanciamiento social obligatorio, por la pandemia de Covid-19” estimó que, durante el tiempo transcurrido de la pandemia en Colombia, hasta el mes de julio, las mujeres, los adultos jóvenes, entre los 18 y los 29 años, y las personas con bajos ingresos son quienes más han visto afectada su salud mental. El 35 % de la población ha presentado síntomas de depresión, el 31 % somáticos, el 29 % de ansiedad y el 21 % de soledad.

 

Estos indicadores muestran que la salud mental de la población se ha visto muy afectada. Por lo tanto, la necesidad latente de volver a la normalidad, no es más que un grito de auxilio para escapar de todo esto y retornar a lo que ya de por sí habíamos normalizado en nuestras prácticas culturales.

 

Según Jenny Amaya, coordinadora de la Maestría en Psicología de la Universidad El Bosque, es muy preocupante el impacto que tiene para la salud mental de los estudiantes, las restricciones para poder recibir clases y acceder al servicio de educación de manera presencial. Se ha visto afectado el crecimiento, desarrollo y los procesos de cognición y aprendizaje durante la virtualidad.

 

Con el aprendizaje virtual también se ha perdido la posibilidad de que los entornos escolares sean un ámbito de protección. Eso se entiende cuando miramos la violencia intrafamiliar o cuando miramos el reclutamiento de grupos al margen de la ley.

 

“El no regreso a clase genera situaciones adversas en la salud mental de los estudiantes, pérdida de capacidad física o de visión, problemas de obesidad e incluso mayor riesgo de maltrato intrafamiliar.

 

“Para el caso del regreso a la presencialidad con alternancia a las instituciones educativas, estudios publicados recientemente, muestran que la amenaza de contagio por Covid-19 puede volvernos más desconfiados hacia las demás personas, y es por ello que se deben generar estos pequeños pasos, en este momento, porque en definitiva el exceso de individualismo podrá generar mayores consecuencias en la salud mental de la persona, que las propias generadas por el miedo al contagio”, asegura Amaya.

 

No obstante, siempre se encuentra el sentimiento de miedo de que nuestro jóvenes y niños sean contagiados.

 

En este caso, la doctora Leidy Nathalia León psicóloga y estudiante Maestría Salud Mental Comunitaria en la Universidad el Bosque, asegura que “será importante entonces identificar y comprender la emoción, al realizar de nuevo este tipo de interacciones. Como manifiestan diferentes expertos, la cuestión no está en forzarnos a salir de casa y retomar nuestra vida social como antes. Si identificamos temor ante la idea de volver a clases en alternancia, se debe hacer una pausa y pensar ¿mi emoción es miedo?, ¿de dónde viene ese miedo?, ¿me da temor contagiarme?, ¿llegué a un punto cómodo en mi casa, que ya no quisiera dejarla?

 

“Si nos damos cuenta de que el miedo está enfocado en el posible contagio, debemos prestarle atención al mismo y empezar a generar pequeñas acciones que puedan disminuir la sensación y velar por enfrentar el problema. Esto se traduce en reforzar las medidas de protección, iniciar con salidas pequeñas a otros espacios, llevar un registro de emociones en cada una de las salidas. Todo esto, con el fin de ir acoplando nuestro cerebro a este nuevo proceso”, explica León.

Los docentes y las instituciones

En este proceso de socialización resulta fundamental iniciar una primera etapa de sensibilización con los docentes y profesionales competentes de las diferentes instituciones educativas. Y así mismo, procurar el trabajo interdisciplinario, en el que se cuente con el apoyo de profesionales de la salud, educación y por supuesto, líderes y personas de la comunidad.

 

En este sentido, vale la pena incluirlos de manera activa en estos procesos de socialización, en los que, en primera instancia, ellos sean empoderados de la información pertinente que van a entregar. Y a su vez, en un primer espacio puedan ser escuchados y sus necesidades expuestas. De tal manera que, se pueda resolver cualquier duda o inquietud que surja en el proceso, sin olvidar que, estas personas también hacen parte de la población impactada o afectada por la pandemia.

 

En este orden de ideas, los procesos de sensibilización y socialización deben gestarse en la empatía, en la comprensión de la necesidad del otro, y el reconocimiento de las emociones de los demás, sin desconocer el miedo y la inseguridad que prevalecen ante una realidad inminente.

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