Contaminación y cambio climático amenaza a los insectos de Colombia y el mundo

Contaminación y cambio climático amenaza a los insectos de Colombia y el mundo

Los insectos son, por mucho, los animales que marcan diferencia por variedad y número. Es así que superan a la humanidad 17 veces y son esenciales para los ecosistemas de los que depende todo el mundo. Polinizan las plantas, son alimento para otras criaturas y reciclan los desechos de la naturaleza.

 

No obstante, una investigación publicada en la revista Science y realizada a nivel mundial por el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de Biodiversidad indica que, hasta la fecha, la población de insectos muestra una caída preocupante de casi el 25 %, en los últimos 30 años, con acelerados descensos en Europa, lo que ha conmocionado a los científicos.

 

El estudio que recolectó 166 encuestas –a largo plazo—de casi 1.700 sitios halló que algunas especies estaban resistiendo la tendencia general a la baja. En particular, los insectos de agua dulce han aumentado en un 11 %, cada década, después de las acciones para limpiar ríos y lagos contaminados. Sin embargo, este grupo representa solo alrededor del 10 % de las especies de insectos y no poliniza los cultivos.

 

En Colombia, investigadores de la Universidad El Bosque, recientemente realizaron un estudio con respecto a este tema y encontraron que la población de libélulas se redujo. Los expertos Fredy Palacino Rodríguez, Diego Andrés Palacino, Roberto Munguia Steyer y Leandro Juen indicaron que los resultados demuestran que las poblaciones de libélulas en ecosistemas expuestos a actividades agropecuarias viven menos tiempo y sus poblaciones son considerablemente más pequeñas frente a organismos que habitan en ecosistemas sin intervención de actividades agropecuarias. Adicionalmente, las bajas temperaturas durante la época de lluvias, constituyen otro factor que afecta mucho más a las poblaciones en ecosistemas agropecuarios.

“Las actuales dinámicas de los ecosistemas agropecuarios en la sabana de Bogotá, reducen el porcentaje de cubierta de vegetación natural por pisoteo o tala y contaminan el agua con heces de animales y sustancias pesticidas usadas en los cultivos. La ausencia de vegetación y la contaminación del agua disminuyen el número de ambos, larvas y adultos de libélulas. La disminución en las poblaciones de estos insectos deja sin comida a otros organismos como aves y reduce el control sobre mosquitos y organismos plaga de los cultivos. Como consecuencia, la disminución en las poblaciones de libélulas, por contaminación, podría generar varios daños en cadena a los ecosistemas andinos, incluso, aquellos que no están expuestos a actividades agropecuarias”, aducen los investigadores.

 

Este trabajo constituye una mirada preliminar que debe ampliarse a otras especies y otros ecosistemas, para tener una información más global acerca de lo que sucede en los hábitats de los Andes tropicales y su biodiversidad.

 

Aunque hay razones para preocuparse por este acontecimiento, no es demasiado tarde para dar un viraje al barco, con el fin de recuperar el número de insectos y equilibrar el ecosistema.

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