Una Maestría competente para la industria musical

Una Maestría competente para la industria musical

Es bien sabido que, en los últimos años, los géneros urbanos como el reguetón, el trap y el rap han tenido una gran acogida en el público del mundo hispano y, por lo tanto, la gran industria musical ha desviado sus recursos hacia proyectos que financian a los intérpretes de este estilo de música. Es más, muchos de los artistas que hasta hace un tiempo se destacaban por hacer parte de un género musical, como la balada o el pop, de repente se han visto interpretando música de esta categoría urbana o haciendo colaboraciones con reguetoneros reconocidos en el medio.  

 

Y si esto es así, ¿qué pasa con los géneros musicales consagrados, como el popular, la balada, el rock, la salsa, el merengue o las músicas tradicionales de una nación? En el mundo de la música, como en toda manifestación artística prevalece la esencia creativa, la calidad y la sensibilidad. Esa capacidad del ser para transmitir una sensación y emitir un mensaje musical, propiciar una experiencia estética sonora, por medio del buen manejo y la perfecta combinación de los silencios, la armonía, la melodía y el ritmo. Es así como, los géneros musicales tradicionales siempre tendrán cabida, mientras existan creaciones que contengan esas variables y conecten con el alma de las personas. 

 

Desde la academia, esta realidad se conoce bien. Es por ello que, desde hace un buen tiempo, la Maestría de Músicas Colombianas de la Universidad El Bosque tiene a cargo la formación de músicos profesionales o personas que han tenido experiencia en espacios equivalentes a un músico graduado de pregrado con habilidades musicales profesionales, que quieran profundizar en el estudio de las músicas tradicionales del país vinculadas a territorios específicos, y se han desarrollado a partir de procesos de tradición oral. Músicas que de cierto modo no han estado cercanas al mundo académico, y que tampoco están pensadas en un contexto comercial, pero que hacen parte de la cultura y corresponden a elementos que se dan dentro de las comunidades. Explorar en esa esencia de los diversos ejes sonoros que se encuentran en todo el territorio nacional para incentivar la creación que gira alrededor de esos procesos vinculados con esos elementos sonoros presentes en estas músicas colombianas y darlas a conocer es el reto. 

 

“Las personas que cursan el programa completo pueden tener diferentes salidas en el mercado profesional de la música, pues al volverse expertos en la profundización de esas sonoridades abren un espectro interesante en el que pueden vincularse como líderes de proyectos de creación musical de este corte que hoy en día, se mueven mucho en la industria independiente”, explica Javier Pérez, director de la Maestría.

 

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La puerta abierta para la sonoridad nacional

 

Gracias a que Colombia, en los últimos años, ha ganado reconocimiento, a través de diferentes artistas independientes, quienes precisamente han explorado alrededor de las sonoridades tradicionales, los nuevos compositores e intérpretes tienen las puertas abiertas del continente y el mundo para incursionar con elementos sonoros, a partir de las músicas colombianas. Esto lo evidencia cantidad de grupos de músicos, artistas colombianos que han sacado producciones basados en esta sonoridad y han sido nominados en varias ocasiones a los Premios Latin Grammy o a los Grammy. Este mercado de la industria musical independiente está vinculado a lo que globalmente se llama World Music, que pretende incluir toda la música en un solo género. 

 

“Los egresados de la Maestría se pueden vincular como directores o líderes de proyecto o productores, porque al conocer estas músicas desde sus raíces pueden dirigir el proceso de producción de algún artista que quiera o esté explorando en esta sonoridad. Al conocerla y haberla profundizado tienen el criterio que les permite dirigir este tipo de procesos musicales. También hay personas que se están vinculando desde la parte académica, es decir, a universidades con un perfil diferenciador, porque el programa, al contar con una amplitud en el sentido de que explora en elementos novedosos que en sistemas académicos tradicionales no se puede, salen con una nueva percepción, una visión más amplia y enriquecida en este sentido y que pueden aportar en el ámbito académico en instituciones de diferente índole”, añade Javier Pérez.

 

Creación artística para rato 

 

Desde la Maestría de Músicas Colombianas se hace énfasis en dos vertientes artísticas: interpretación y composición que se relaciona con la creación de obras y escritura de arreglos para producciones musicales. En este contexto, en la actualidad, hay una gran cantidad de proyectos y gente que participa, desde el intérprete, el productor, hasta el ingeniero de grabación. En esos espacios que se están abriendo, los egresados de la Maestría son agentes participativos que pueden entrar a esa cadena de producción como músicos con un conocimiento fundamentado, un criterio no solo desde la parte musical, sino como conocedores del contexto en el cual se han desarrollado esas sonoridades vinculadas a territorios y a sus comunidades y como tal, todo lo que se debe tener en cuenta a la hora de acercarse a ellas.  

 

Sí, entonces los egresados de la Maestría conocen los ritmos, los referentes, los intérpretes, pero también tiene un criterio en cuanto al cuidado, el respeto como parte de la cultura y cuentan con los valores que son diferentes a quienes solo se acercan desde el punto de vista musical o comercial. 

 

Creemos que en cuanto a la exploración de los sonidos de las tradiciones en Colombia ya está todo hecho. Artistas, compositores e intérpretes de diferentes regiones del país como El Cholo Valderrama y Palo Cruza´o, ganadores y nominados a los premios Grammy, quienes han popularizado y llevado la música de los Llanos orientales hasta las alfombras rojas, incluso los reconocidos vallenatos que han ido de la mano, primero, con Carlos Vives y luego, con Jorge Celedón y otros legendarios juglares de la música de Valledupar, o las músicas del Pacífico, ahora conocidas en el mundo, con Herencia de Timbiquí y Grupo Bahía, han llevado todo lo que hay en el país, en cuanto a tradición musical se refiere. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, al igual que la fauna, la flora, el clima y las comunidades, las músicas colombianas son muy diversas y aún hay mucho por conocer y, sobre todo, mucho para dar.

 

 “Las músicas de nuestro país tienen diferentes herencias y son mezclas que vienen de elementos africanos, indígenas y europeos. En la combinación de estos elementos, algunos prevalecen sobre otros. La música llanera se comparte con Venezuela en tradición, es un eje transversal entre los dos países. En la región del Caribe colombiano hay una diversidad grandísima, porque están desde los sonidos acompañados por gaitas y tambores, música de viento de formato pelayero, complejo de tambora, bullerengue, hasta la música isleña propia del archipiélago de San Andrés, en cada una de esas manifestaciones, se escuchan artistas, músicos y representantes de los saberes de sonidos tradicionales y otros, quienes generan diálogos entre los elementos sonoros de la tradición.  En la región del Pacífico, encontramos dos ejes: el del sur, en el que prevalecen las notas de marimba, y el del norte que se conoce por su música de chirimía.  En el centro colombiano oímos bambucos, guabinas y pasillos, pero eso sí, la forma de interpretar varía drásticamente de una región a otra. En cuanto a la música, Colombia es tan rica como su cultura y tan profunda como sus océanos, así que es un mundo por explorar y por dar a conocer”, finaliza Javier Pérez.

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